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jueves, 24 de noviembre de 2011

Mi Consuelo en Otoño

Aprendí que las cosas son frágiles y a veces duran por siempre,
aunque sea de cristal, sigue siendo cristal.
Empecé a creer que puedo ver a través de la niebla,

aunque sea frente a un espejo.
Busque en las grietas de la soledad algo de luz,

pero el hielo lentamente tropezaba en ellas.

Busque en un vitral de hojas rojas y amarillas,

y no dejaban de caer al suelo, como mis frágiles esperanzas.

No me doblegue ante nadie, solo ante mi martirio,

fantasmas me ofrecían consejos, viejos fantasmas

de licor y recuerdos, de sonidos y sonrisas.

Empecé a creer que la espera no puede ser eterna,

un pedazo, un pequeño pedazo de mi corazón aun late,

solo cuando el solo brilla en tus ojos, la soledad se evapora,
aun así, es un momento y no dura por siempre.

Rojo, amarillo, a veces gris o a veces de colores,

este hermoso mural no arrebata mis ilusiones o decepciones.

Aprendí a guardar silencio, pues nadie me escuchara en mi desierto,

donde soy libre de los flagelos del corazón.

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